jueves, 28 de mayo de 2015

Poesía en tres prosas

La muerte, la enajenación y el desdoblamiento son tres formas de fuga. En la primera, una persona anhela diluirse en lo trascendente, en la segunda aspira a escapar de lo mundano y, en la tercera, aún sin quererlo, combina los dos procesos anteriores al lograr la inmortalidad por medio de la escisión. Las tres son maneras de evadir el mundo porque proponen experiencias alternativas a la fría realidad, por eso el epígrafe que abre la publicación toma un verso de Walt Whitman en el que se declara que “se desvanece la plata de las estrellas”. Esta, por lo menos, es la interpretación que Vicente Calero ofrece en El arte de la fuga de los momentos culminantes en las vidas de tres poetas: el español San Juan de la Cruz, el alemán Friederich Höldering y el portugués Fernando Pessoa.
El arte de la fuga
El libro en prosa más reciente del poeta ganador del Premio Loewe en 2007 por Días de bosque reúne tres relatos largos en los que cuenta la agonía y la muerte en un convento de Úbeda del patrón de la Orden de los Carmelitas Descalzos en 1591, el trayecto que en el siglo XIX emprende desde Burdeos a Stuttgart para perseguir los últimos estertores de un amor ilícito el poeta lírico central del Romanticismo alemán, así como también aquella noche del 8 de marzo de 1914 cuando un rapto poético llevó a Pessoa a descubrir el primero de sus 72 heterónimos, Alberto Caeiro, un campesino sin estudios formales a quien algunos críticos han llamado “el poeta filósofo”.
Fiel a su extensa formación lírica –Calero es autor de casi una decena de poemarios–, el autor nacido en Ibiza en 1963 hace gala de un lenguaje narrativo elevado a la lírica que embelesará al lector a tal punto que este no se sentirá capaz de soltar este libro de una centena de páginas hasta no terminarlo.
No es la primera vez que combina la biografía y la prosa con los métodos del rapsoda; en su novela de 2014 titulada Los extraños –que como El arte de la fuga editó Periférica– narra la biografía de algunos miembros de su familia con vidas legendarias como quienes vivieron durante la África colonial, la guerra civil española, el exilio en Francia y la Ibiza de los años setenta, militando entre el poder, como militares africanistas o comandantes de la Segunda República, y la sinrazón, como los ajedrecistas profesionales y los bailarines. La diferencia es que la familiaridad que se establece entre los personajes de El arte de la fuga y el autor no es por los lazos de la sangre, sino por los del arte, que a veces son mucho más estrechos. En una entrevista publicada por El País el año pasado, Valero dijo que sentía una especial curiosidad por cómo viven los demás. “Cualquier vida por insignificante que parezca a simple vista siempre desarrolla un proceso de ambición o fracaso”, explica el poeta: “Indagar en esa trayectoria es iniciar un camino de aprendizaje. No puedo quedarme impasible ante los individuos olvidados”.
La fuga toma también la forma de la metáfora del viaje. Por eso, la esencia del libro puede encontrarse en una cita en el cuento “Parece que vivimos en una edad de plomo” que describe el recorrido de Höldering, ya no solo sobre los caminos europeos sino en una peregrinación hacia la locura: “En el alma de un caminador hay voces diferentes, como senderos en un bosque que salen al encuentro una y otra vez, que se abren para ser escogidos o rechazados, pero sobretodo hay en ella un país invisible en la lejanía, como un horizonte perpetuo, al que sólo se puede llegar desvestido y loco, transformado en pájaro o en viento del oeste, porque lo que uno es se rompe un día, del mismo modo que los astros declinan solemnemente y ebrios de luz brillan los valles”.
¿Qué duda cabe que Valero, al referirse al “alma del caminador”, no alude también a la sensibilidad del poeta? Así, cuando proclama la búsqueda de “un país invisible en la lejanía” se refiere también al oficio poético que añora la utopía del verso perfecto al cual solo puede llegarse, no con las herramientas de la razón, sino con aquellas de la enajenación: acaso la manera más categórica de estar cuerdo.


Este año Vicente Calero también ha publicado en México una compilación y resumen de su poesía. Canción del distraído está conformado por poemas inéditos, otros revisados y otros más simplemente reunidos con el objeto de que los poemas allí presentados se consideren como más que una antología.

@michiroche

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