A esa edad en que la experiencia carga de liviandad y peso, a un mismo tiempo,
cada palabra; donde asperezas, melindres y prejuicios se vuelven irreconocibles
en la conversación; en esa hora de los últimos años, en que el mundo se llena
de recuerdos, Didier Eribon entrevistó en Londres al historiador del arte,
Ernst Hans Gombrich. Lo que nos cuentan
las imágenes (Editorial Elba, España, 2013) debe ser, aunque la edición no
hace referencia a ello, el mismo libro que la Editorial Debate publicó en 1992.
En este caso, la de Elba incluye un prólogo del crítico J. F. Yvars.
Gombrich nació en Viena en 1909, miembro de una
culta familia judía asimilada, gente amiga o relacionada con muchas de las
grandes figuras de la Viena de comienzos de siglo. A pesar de su expreso deseo
de no ser etiquetado como un típico ejemplar de la inteligencia de Weimar, de
la conversación con Eribon queda claro cierta inevitabilidad: que vivía en una
atmósfera en la que era inconcebible que las personas no fuesen educadas y no
disfrutasen de los bienes del espíritu.
Lo que nos cuentan las imágenes |
El intercambio fluye, catalizado por el tino de
Eribon, más pensador que periodista. El precoz que recorría Viena asombrado por
la belleza de sus edificios; que era testigo del auge del antisemitismo; que
experimentó el hambre durante la Gran Guerra; y que leía a Goethe y Schiller en
plena adolescencia, se interesa por la ciencia y los minerales, pero también
por el manierismo y las artes. Tras el ascenso de Hitler, Gombrich llega a
Londres en 1935 y se incorpora al Instituto Warburg, donde le asignan nada
menos que la tarea de descifrar y ordenar los papeles de Aby Warburg. Da
clases, pasa los días en la biblioteca del British Museum. Cuando estalla la
Segunda Guerra Mundial, es contratado por la BBC para trabajar como ‘escucha’
de la radio alemana. Elabora reportes y análisis para los aliados (fue Gombrich
quien reportó que Hitler había muerto: un minuto más tarde, su notificación
llegó a Churchill).
De regreso a su vida de intelectual, la trayectoria
de Gombrich resulta indetenible: las sucesivas versiones de La historia de arte animan, incluso a
sus adversarios, a calificarlo como el importante crítico de las artes del
siglo XX (agotadas las ediciones, Gombrich añadía novedades en la siguiente).
Entre 1959 y 1976 dirige el Instituto Warburg. Dicta conferencias. Publica
Libros, entre ellos la biografía intelectual de Warburg. Cultiva las amistades
de otros hombres extraordinarios como Roman Jacobson y Karl Popper. Participa
en debates sobre un amplio temario, en el que destaca el de la psicología de la
percepción, una de sus obsesiones. En el capítulo de cierre, Eribon insiste en
preguntarle por su método. Responde Gombrich: “sentido común. Es mi único método”.
Nelson Rivera
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Título
Original: Libros: E. H. Gombrich
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